Ya tenéis a vuestra disposición “La Torre Dinamitada”. Lo podéis encontrar en Amazon haciendo click en la portada. Es mi primer libro, tiene 61 páginas y lo editó Devenir en 1997. Ahora lo he re-editado en formato Kindle.
Os avanzó algunos poemas.
I a Antonio HAY UN RUIDO COMO ALFOMBRAS en todas las salas donde habito no importa cuál es el juego ni los golpes en la cara solo importa que hay un ruido que se extiende y algo significa. No es la autopista entre muros oculta ni esa obsesión que percute insistente. No. Es un ruido que habla de lo mismo entorno al brasero o en la desidia de unos codos en la barra. Como un gorgoteo se escucha en la soledad de la mesa y en la esquina de las meditaciones proyecta su sombra. Es respiración que no se anuncia y se oculta contra el viento como un cazador culpable que acecha a su presa. Son pupilas entrecruzadas cuando la voz describe un valle: el primero después de lo árido. No importa tu pregunta sólo importa que es un ruido detrás de las miradas que se extiende y algo, algo significa.
OJOS DE CLEPSIDRA Estábamos todos en las fotos de ayer esparcidas blanco y negro por la cómoda al azar como lápidas en un campo inglés. Nuestras caras risueñas calcinados sarmientos en tus ojos claros.
TIRINTO Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas no retiraré mi lealtad. Isaías 54, 10 Os encontré antaño como espejos de mis ojos voraces esmerilados en cristal de roca encastrados en maderas con olor a resina o todavía sin pulimentar. Os encontré antaño con promesas de amor indestructible y siempre os amaré como a mis dioses. A ti, el de la pureza cristalina o a ti, disfrazado de velos polícromos o a ti, amor de noches sin ti y al fin a ti, esmeril de mi agrietado azogue. Y también los que fuisteis tornasol en un cruce de coches entre polvo. Sí, os recuerdo turbado en vuestro primer reflejo. Pero ahora ha llegado el tiempo paseo mi mirada en derredor y la oquedad es un rostro de piedra. Y os grito con mi voz extraviada que huyamos a un mundo-isla - Tirinto circundado de murallas ciclópeas. Y tan sólo permitiremos llegar al náufrago. Sólo al náufrago que nos ofrezca su nuca para el gran sacrificio. Sólo al que quiera morir sin pudor. Sólo al que como aquellos de nosotros quiera recuperar la mirada de virgen descalza ante el Gran Khan. . Descenderemos los cálidos días sin recoger los ropajes caídos ni herirnos con las ramas del abrojo no apartaremos las miradas desnudas pues nada hay que ocultar. Buscaremos los huertos rechazados por el escéptico. Y portaremos la simiente de fuerza inusitada. Y lucharemos juntos formando una tortuga de bruñidos escudos contra la decadencia. Y oraremos de esta manera: “Que vean los ojos la belleza radiante en los naranjos que asombran la infancia y no estacas de una cerca gigantesca y carcomida. Que los ojos no pierdan el brillo de las lágrimas y resecos no rueden de las cuencas vacías de sueños. Que en las manos pervivan las vibrantes caricias. y nunca golpeen con el reverso de la ira. Y que al cruzar el umbral, como el amigo con voz queda convocó ante las brasas consagradas nos acompañe el último, el más fuerte de nosotros.” Y guardaremos su nombre ciclópeo Tirinto ¡ Oh ! Tirinto para cantarlo otra noche improbable.