He iniciado el descenso, la cima queda atrás,
el cuerpo se relaja en la suave pendiente
y a medida que mengua el horizonte
una pálida luna nace
en mi oprimido pecho.
Vuelven solitarias o en grupo las preguntas sin respuesta,
son insignificantes o poderosas,
han marcado mi vida.
Preguntas sin respuesta que por mí decidieron.
¿Por qué tanto llorar aquel día a los trece?
No paré en dos años.
Cosas del crecimiento, diagnosticó el pediatra.
¿Por qué no fui el que quise, el matemático
que desentrañaría el Universo?
¿Por qué no me marché a vagabundear por el mundo?
Un día lo soñé, tendría quince y dejé de llorar.
¿Por qué tome un camino y no el otro?
¿Realmente importa?
Del libro “Mudanza” Ars Poética, 2019
¡Buen poema de madurez!
Lo que importan son los sueños.
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