a mercedes pérez castells
entiendo que no quieras hablar ver ni oír
como los monos de madera
a los que quito el polvo algunas veces
los vi hace años en nikko
salían de la bruma aquella tarde
yo no sabía entonces que había monos en esas montañas
creí que eran diablos
y eran amigos
de los dioses que pueblan las islas japonesas
lo comprendí en un templo
allí estaban tallados en madera
con rostros encendidos
tapándose los ojos los oídos y la boca
pero había uno más
que con sus manos se cubría el sexo
no quieres ver ni oír ni hablar
porque intuyes que vienen
tiempos oscuros
carpe diem o qué otra podrías hacer
y ese otro mono el cuarto nada entiende
el condenado
sólo quiere rasguear vibrantes cuerdas
y desterrar la noche
del corazón