Vuelvo a ofreceros la voz de un poeta. Sólo me atrevo con aquellos poetas que no asesinan sus versos, que no son demasiados. ¡Ay! ¿por qué no se darán cuenta de que la poesía entra por los oídos, cargada de ritmo, imágenes, metáforas…cargada de tanta información y belleza que hay que leerla con mimo, con el mismo que un buen pianista toca las teclas de su piano? Los poetas somos compositores e intérpretes. Si no cuidamos la interpretación, dejemos que otro lea nuestros versos, se lo debemos a ellos y al público.
Sabines no es el caso, su magnífica poesía la acompaña con una voz dulce, como la de un padre (mexicano) que hablando con su hija, ironizara con ternura sobre nuestras emociones, dudas y aturdimiento, y que finalmente nos hiere. Conocí la obra de Sabines en México DF. Un buen día entré con Antonio Polo en una linda librería en Polanco. Tenía cafetería y era un lugar agradable para sentarse a leer. No había mucha poesía en los estantes, aún así pedí a la dependienta que me diera todo lo que hubiera de poetas mexicanos. Trajo unos pocos libros, entre ellos las obras completas de Antonio Machado. Un tanto desanimado, le dije que D. Antonio era de mi tierra. Afortunadamente, entre los libros estaban cuatro de Jaime Sabines. Los ojeé y me los llevé. Esa noche comencé a leerlo. Un año después le escribí, quería conocerlo, por aquel entonces, viajaba a México un par de veces al año y pensé que sería posible. Nunca tuve respuesta. Sólo la noticia de su muerte unas semanas después de enviarle mi carta.
En este vídeo, Sabines nos lee su poema «No es que muera de amor».