El I Ching me aconseja ser modesto
y generoso para compartirte.
Soy la línea más débil que soporta
las cinco fuertes vigas de tu karma.
Obra literaria
El I Ching me aconseja ser modesto
y generoso para compartirte.
Soy la línea más débil que soporta
las cinco fuertes vigas de tu karma.
Haz clik en las fotos para verlas mejor.
Si el deseo murió en ambas orillas
el río por su cauce fluye manso
y se construyen nuevos puentes
con materiales perdurables.
Mas si queda el deseo en una de ellas
el río se transforma en mar
que embravecido arrasa
las bahías y los puertos.
Ya no hay muelles ni puentes
solo una playa sucia
por la que nadie quiere caminar.
Las piernas son mercurio
cuando llega el fracaso,
aurora silenciosa
que con mil toneladas de cascotes
oprime el pecho
y hace que el fracasado tenga ese aire
de hombre rendido.
El fluir del pensamiento cesa
cuando llega y se estanca,
las ideas se posan
sobre un fondo enlodado.
Sólo las huellas de los dinosaurios
darían sentido a ese limo,
pero no,
es el alma de cieno
del fracasado.
Ya no siente.
De no querer sentir,
el fracasado ya no siente.
Se entera de su vida
si se la cuentan en la radio
mientras friega,
mientras suda,
mientras fracasa.
Pero en la silenciosa aurora,
aún queda el hombre invicto,
un samurai acorralado
que no duda y envaina su katana.
A María Nevado Caballero
Un hombre meditaba sentado en una roca
el río poderoso bajaba la montaña
la curruca cantaba con cadencia invernal
el aire se vestía de húmedas lentejuelas
y las vacas dormían felices y sin moscas.
Se dijo qué hay mejor que el mundo sino él mismo.
Y la vida le hablaba con picos y gargantas
y también con el viento que es la lengua del bosque.
Conocía el lugar y siempre era distinto
con niebla el bosque que ahora parecía un jardín
se disfraza de ciénaga que custodia un misterio
y en otoño el camino pedregoso es más blando
acolchado por hojas como plumas crujientes.
Aquel valle era un teatro en él todos los días
estrenaban función un nuevo decorado.
Sí se afirmó no hay nada más hermoso que el mundo
donde todo se ofrece y en su mente vacía
intermitentemente tomó forma la duda
¿Cómo puede existir la angustia y el dolor?
Ningún sentido tiene en un mundo perfecto.
Mi cuerpo es tu cuerpo como te pertenece tu pelo y el vestido que te cubre y la música que sale de mis manos.
Tu cuerpo es mi cuerpo como estos versos lo son y mi gorra y mi peculiar narcisismo,
lo sé cuando gimes y tus gemidos se acompañan con los míos.
No hay mayor placer que dártelo sin urgencia, como si creciera la hiedra entre tus piernas
ni más deseada entrega que el desarmarme en tus labios siempre nuevos.
Tenemos mucho tiempo, el tiempo suficiente
para que nuestras raíces se enreden como las de los álamos en el río.
Fotografía de Alfonso Arias “Paputxi”