Hoy hablo por nosotros, todos los que me habitan,
son tantos que no sé si el que empezó esta frase
es el mismo que ahora habla.
Aunque en mi día a día
me creo razonable,
soy compulsivamente emocional,
las emociones dicen o susurran,
después las decisiones van ganando coherencia
o se vuelven enigmas de nuestra biografía.
Sin vestido de cóctel
la lógica nos agua el vino,
necesitamos la emoción
como una droga,
como la hierba que busco en los ojos
de los paseantes con los que me cruzo.
Hoy verán en los míos emoción,
hoy comencé a levantar un castillo,
cuando nos dicen descansad,
bien merecido lo tenéis,
disfrutad la pensión y moríos de tedio,
yo he comenzado a construir un castillo.
Quién puede jubilarse de su vida,
somos lo que hemos hecho,
y si no hicimos nada, nada somos,
un día dicen estáis jubilados,
¿jubilados de qué,
si no sabemos hacer otra cosa?
Alguno es hábil haciendo dinero,
otro lo es con la ciencia,
aquel, el que es pintor,
qué quiere usted, ¿que deje de pintar?
o yo, poeta al que nadie hace ni caso,
a quién molesta que no me jubile.
Por eso voy a construir un castillo,
en donde recibir
al músico que toca sin parar,
hasta que nace una nueva canción,
al que escribe los diálogos que tiene con sus otros
o al que viene a acodarse en la ventana del cielo
y en su ensimismamiento me descubre
que otro universo especula en sus ojos.
Un lugar donde la humana ternura
nada tenga que ver con lo romántico,
light, all you need is light, deslumbramiento, emoción.
Y pensamos sin duda emocionarnos,
es la única manera de olvidar,
y de seguir creando, divirtiéndonos
con lo que siempre hicimos,
y pensamos seguir haciendo
a escondidas, guardando las monedas,
no mucho tiempo, hay prisa
por levantar almenas y terrazas,
y solo hemos nivelado el terreno
donde voy a construir un castillo encantado.
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