El I Ching me aconseja ser modesto
y generoso para compartirte.
Soy la línea más débil que soporta
las cinco fuertes vigas de tu karma.
Obra literaria
El I Ching me aconseja ser modesto
y generoso para compartirte.
Soy la línea más débil que soporta
las cinco fuertes vigas de tu karma.
Las piernas son mercurio
cuando llega el fracaso,
aurora silenciosa
que con mil toneladas de cascotes
oprime el pecho
y hace que el fracasado tenga ese aire
de hombre rendido.
El fluir del pensamiento cesa
cuando llega y se estanca,
las ideas se posan
sobre un fondo enlodado.
Sólo las huellas de los dinosaurios
darían sentido a ese limo,
pero no,
es el alma de cieno
del fracasado.
Ya no siente.
De no querer sentir,
el fracasado ya no siente.
Se entera de su vida
si se la cuentan en la radio
mientras friega,
mientras suda,
mientras fracasa.
Pero en la silenciosa aurora,
aún queda el hombre invicto,
un samurai acorralado
que no duda y envaina su katana.
A María Nevado Caballero
Un hombre meditaba sentado en una roca
el río poderoso bajaba la montaña
la curruca cantaba con cadencia invernal
el aire se vestía de húmedas lentejuelas
y las vacas dormían felices y sin moscas.
Se dijo qué hay mejor que el mundo sino él mismo.
Y la vida le hablaba con picos y gargantas
y también con el viento que es la lengua del bosque.
Conocía el lugar y siempre era distinto
con niebla el bosque que ahora parecía un jardín
se disfraza de ciénaga que custodia un misterio
y en otoño el camino pedregoso es más blando
acolchado por hojas como plumas crujientes.
Aquel valle era un teatro en él todos los días
estrenaban función un nuevo decorado.
Sí se afirmó no hay nada más hermoso que el mundo
donde todo se ofrece y en su mente vacía
intermitentemente tomó forma la duda
¿Cómo puede existir la angustia y el dolor?
Ningún sentido tiene en un mundo perfecto.
Mi cuerpo es tu cuerpo como te pertenece tu pelo y el vestido que te cubre y la música que sale de mis manos.
Tu cuerpo es mi cuerpo como estos versos lo son y mi gorra y mi peculiar narcisismo,
lo sé cuando gimes y tus gemidos se acompañan con los míos.
No hay mayor placer que dártelo sin urgencia, como si creciera la hiedra entre tus piernas
ni más deseada entrega que el desarmarme en tus labios siempre nuevos.
Tenemos mucho tiempo, el tiempo suficiente
para que nuestras raíces se enreden como las de los álamos en el río.
Fotografía de Alfonso Arias “Paputxi”
dormir es como entrar
en una librería
primero te adormeces repasando
los lomos de los libros
me suelo detener en la sección de aventuras
yo sólo busco un sueño intrascendente
donde pueda vivir lo que no soy
y asumo el riesgo
de que la historia pueda enmarañarse
si tengo apnea o cambio de postura
de vez en cuando sacas un libro de su estante
lo hojeas lo devuelves
lo hojeas
hasta que eres consciente de que ya has elegido
porque el sueño ahora es real
después cuando despiertes solo quedarán sombras
no recordarás
el título y muy poco de su trama
sólo que algún papel tenías
quizá el protagonista
o puede que un lector
cuando era joven yo también soñé
y no hace tanto que dejé de hacerlo
soñé mientras sentí
que el tiempo era infinito
sabía que no lo era pero así lo sentía
hasta que una mañana desperté estaba solo
y tuve la certeza de que el tiempo se acaba
ya solo sueño cuando estoy dormido
después vivo no miro el reloj ni el calendario
hasta no distinguir los días
y que todos parezcan uno
me refugio en la noche
donde todo es posible
hasta burlar tu suerte