Si el deseo murió en ambas orillas
el río por su cauce fluye manso
y se construyen nuevos puentes
con materiales perdurables.
Mas si queda el deseo en una de ellas
el río se transforma en mar
que embravecido arrasa
las bahías y los puertos.
Ya no hay muelles ni puentes
solo una playa sucia
por la que nadie quiere caminar.