A Kempis de Amado Nervo, leído por Adolfo Marsillach
Este poema pertenece a la colección de LPs «Antología de la poesía Española», editada por FIDIAS en los años sesenta del siglo pasado. Amado Nervo, con la voz y la interpretación de Adolfo Marsillach, se queja amargamente de cómo la lectura de «La Imitación de Cristo», de Tomás de Kempis, le sumió en la depresión.
Incluyo el texto del poema y un breve apunte biográfico de los protagonistas, robado de Wikipedia.
A Kempis
Amado Nervo
Ha muchos años que busco el yermo, ha muchos años que vivo triste, ha muchos años que estoy enfermo, ¡y es por el libro que tú escribiste!
¡Oh Kempis, antes de leerte amaba la luz, las vegas, el mar Océano; mas tú dijiste que todo acaba, que todo muere, que todo es vano!
Antes, llevado de mis antojos, besé los labios que al beso invitan, las rubias trenzas, los grandes ojos, ¡sin acordarme que se marchitan!
Mas como afirman doctores graves, que tú, maestro, citas y nombras, que el hombre pasa como las naves, como las nubes, como las sombras…
huyo de todo terreno lazo, ningún cariño mi mente alegra, y con tu libro bajo del brazo voy recorriendo la noche negra…
¡Oh Kempis, Kempis, asceta yermo, pálido asceta, qué mal me hiciste! ¡Ha muchos años que estoy enfermo, y es por el libro que tú escribiste!
Adolfo Marsillach Soriano (Barcelona; 25 de enero de 1928-Madrid; 21 de enero de 2002) fue un actor, autor dramático, director de teatro y escritor español.
Con esta entrada inicio una serie dedicada a la colección de LPs «Antología de la poesía Española», editada por FIDIAS en los años sesenta del siglo pasado. Mi padre me dejó una colección de 21 discos, en las que las voces de Manuel Dicenta, Nuria Espert, Valladares, Marsillach, Genma Cuervo y algunos más, leen poemas de la literatura en lengua española, comenzando por el romancero, siguiendo con la poesía metafísica, la trovadoresca, la mística, neoclásica, satírica, modernista y terminando en la poesía «actual», que lo era en aquellos años de 1968.
Subiré agunas de las grabaciones que voy digitalizando. En primer lugar, el primer canto del poema «El gaucho Martín Fierro» de José Hernández, leído por el actor Manuel Dicenta. Incluyo el texto del poema y un breve apunte biográfico de los protagonistas, robado de Wikipedia.
El gaucho Martín Fierro (I) de José Hernández, leído por Manuel Dicenta
El gaucho Martín Fierro (I)
José Hernández
Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estraordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela.
Pido a los Santos del Cielo
que ayuden mi pensamiento,
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia
me refresquen la memoria
y aclaren mi entendimiento.
Vengan Santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
que la lengua se me añuda
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en una ocasión tan ruda.
Yo he visto muchos cantores,
con famas bien obtenidas,
y que después de alquiridas
no las quieren sustentar-
parece que sin largar
se cansaron en partidas.
Mas ande otro criollo pasa
Martín Fierro ha de pasar,
nada lo hace recular
ni las fantasmas lo espantan;
y dende que todos cantan
yo también quiero cantar.
Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar,
y cantando he de llegar
al pie del Eterno Padre-
dende el vientre de mi madre
vine a este mundo a cantar.
Que no se trabe mi lengua
ni me falte la palabra-
el cantar mi gloria labra
y poniéndome a cantar
cantando me han de encontrar
aunque la tierra se abra.
Me siento en el plan de un bajo
a cantar un argumento-
como si soplara el viento
hago tiritar los pastos-
con oros, copas y bastos,
juega allí mi pensamiento.
Yo no soy cantor letrao,
mas si me pongo a cantar
no tengo cuándo acabar
y me envejezco cantando,
las coplas me van brotando
como agua de manantial.
Con la guitarra en la mano
ni las moscas se me arriman,
naides me pone el pie encima,
y cuando el pecho se entona,
hago gemir a la prima
y llorar a la bordona.
Yo soy toro en mi rodeo,
y toraso en rodeo ajeno,
siempre me tuve por güeno
y si me quieren probar
salgan otros a cantar
y veremos quién es menos.
No me hago al lao de la güeya
aunque venga degollando,
con los blandos yo soy blando,
y soy duro con los duros,
y ninguno, en un apuro
me ha visto andar tutubiando.
En el peligro ¡Qué Cristos!
el corazón se me enancha
pues toda la tierra es cancha,
y de esto naides se asombre,
el que se tiene por hombre
donde quiera hace pata ancha.
Soy gaucho, y entiendanló
como mi lengua lo esplica,
para mí la tierra es chica
y pudiera ser mayor,
ni la víbora me pica
ni quema mi frente el Sol.
Nací como nace el peje
en el fondo de la mar,
naides me puede quitar
aquello que Dios me dio-
lo que al mundo truje yo
del mundo lo he de llevar.
Mi gloria es vivir tan libre
como el pájaro del Cielo,
no hago nido en este suelo
ande hay tanto que sufrir;
y naides me ha de seguir
cuando yo remonto el vuelo.
Yo no tengo en el amor
quien me venga con querellas,
como esas aves tan bellas
que saltan de rama en rama-
yo hago en el trébol mi cama
y me cubren las estrellas.
Y sepan cuantos me escuchan
de mis penas el relato
que nunca peleo ni mato
sino por necesidad;
y que a tanta alversidá
sólo me arrojó el mal trato.
Y atiendan la relación
que hace un gaucho perseguido,
que padre y marido ha sido
empeñoso y diligente,
y sin embargo la gente
lo tiene por un bandido.
Manuel Dicenta Badillo (Madrid, 20 de mayo de 1905 – ibíd., 20 de noviembre de 1974) fue un actor español habitual del teatro, el cine y la televisión, hijo de Joaquín Dicenta y Consuelo Badillo. Fue catedrático de Declamación en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, desde 1961 hasta 1970.
José Rafael Hernández (Chacras de Perdriel, 10 de noviembre de 1834-Buenos Aires, 21 de octubre de 1886) fue un militar, periodista, poeta y político argentino, especialmente conocido como el autor del Martín Fierro, obra máxima de la literatura gauchesca. En su homenaje, el 10 de noviembre —aniversario de su nacimiento— se festeja en la Argentina el Día de la Tradición.