Juan Carlos Mestre es una sirena, aunque por razones de sexo, más bien sería un tritón, un Dios Tritón asirenado, que en lugar de caracola se acompaña con su acordeón, porque su voz calma o agita las olas por sí misma. Su sonido envuelve al espectador que entra en el poema y se pierde en la voz. Mestre sería capaz de embelesarnos leyendo las Páginas Amarillas, tal es la capacidad de su voz para atraparnos. Y cuando en un mismo ser se une la materia orgánica con un espíritu despierto y sensible, ocurre una singularidad desnuda, separada de nuestro espacio-tiempo, que se llama belleza.
Disfrutad de este juglar.