Los pájaros que pierden las alas ya no vuelan
y siguen siendo pájaros,
igual que el visionario que un día se deslumbra
todavía conserva
el hábito del vuelo.
En los tiempos vacíos la duda debilita,
y por esa razón, queremos ver,
queremos distinguir en las visiones
una luz, una sombra omnipresente,
queremos componer
con palabras cercanas un canto general.
Y qué mejor manera de sestear la tristeza
que volver a intentar lo nebuloso,
el pulso de los pájaros
que sostienen el mundo.
¿Quién no busca el extraño vendaval
que asciende y se distancia?
¿Quién, si no murió ya, duerme en sus sueños?
Me encanta!
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Gracias
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