Una mano se ofrece transparente
más allá del alcance de mi brazo.
Otra que supe amante me incrimina
y si intento tocarla se desprende
su piel como corteza centenaria.
Hay otra, más cercana, que nació
entre mis dedos y ahora los rehúye.
Hay tantas otras manos que olvidé
incluso las que siempre están ahí,
las mías que inconscientemente muevo,
las únicas que tengo para alzarme.
Impresionante Rafita Gran poema
Pedro Diaz Del Castillo
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