A ella
¡Ay! fugaces tus ojos,
buscando en los míos respuesta,
tatuaron tu vientre en mis noches
y ahora apenas despierto,
apenas sé quién eres
y ya mi cuerpo te reclama
como si tuviera memoria
de un éxtasis futuro.
Apenas sé qué siento
y mi boca huye de mi boca,
y mi piel me abandona, vela
que arranca el temporal
y vuela sobre el cauce
de tu espalda. Sueño y tu cuerpo
sueña con lenguas que recorren
tus entrañas, con hojas
de acanto que eyaculan
en tu nuca, con sueños húmedos
que te hipnotizan y disfrazan
la estrategia del celo.