Esto no es lo pactado.
La vida me salió por peteneras,
su letra no ritmaba con mis sueños.
Rompí su partitura,
minúsculas partículas
que volaron: espíritus nonatos
atraídos por la luz de las estrellas.
En solitario haría mi acrobacia
allá en el territorio de la nube.
Y cuando me dispuse a descansar
sobre su húmedo vientre,
la horrible partitura estaba allí,
unidos sus pedazos con artes invisibles.
Miré hacia arriba, donde el negro espacio
refugia a los arcángeles.
Miré a derecha e izquierda
buscando algún espíritu bufón.
Miré abajo esperando una risa.
Nadie.
Nadie.
La noche era propicia
y me ofreció una estaca
de espino blanco.
Atravesé mi pecho.
Te buscaba ¡vampiro, ángel, bufón!
Atravesé mi pecho y
la herida no sangraba.
La vida no usa negros
ni ángeles ni demonios,
ella escribe sus propias partituras
y rara vez incluye otras canciones.
Sin salidas, aullé
a la roja crisálida
hasta quedar dormido.
Me despertó
el canto de una ninfa que, alzada en lianas de ébano,
bendecía los múltiples caminos
nacidos con el día.
A cada uno cantaba una canción.
Yo tomé uno cualquiera
y caminé silbando
las notas de la ninfa
mezcladas con el viento.
En esta ocasión, el poema lo lee el actor Borja Gutierrez-Semprún.