El viaje ha sido una parte importante de mi vida. Cuando era joven, el viaje era sinónimo de vagabundeo. Mi héroe era Larry Darrell, el protagonista de “El filo de la navaja” de William Somerset Maugham. Larry (somos casi amigos) lo describe muy bien cuando le preguntan qué es lo que quería hacer y él responde “holgazanear”. Exactamente, no hacer nada especial y que todo lo fuera. Andar por este mundo conociendo gente, paisajes, culturas, religiones. Observarlo todo sin prejuicios, como un receptor. ¿Para qué? Pues realmente no lo sabía. Sin embargo, desde muy joven supe que todo lo demás era una realidad de cartón-piedra.
Después, “la vida” me atrapó en su rueda y de holgazanear pasé a fichar. Pero “la vida” te ofrece lo que tú quieres a su manera. Mi trabajo suponía viajar y viajar mucho. Realmente no tenía nada que ver con aquel holgazanear de Larry Darrell, eran viajes intensos de trabajo con reuniones, comidas, todo tipo de transporte y una habitación que cada día era diferente. Debo de haber estado en más de 40 países y, creo que sólo en 4 estuve de vacaciones. Parece una maldición, pero no lo es en absoluto. Es la forma más cercana al concepto supremo del viaje. El turismo no es viajar. El turista nunca se integra en el paisaje, es una aparición que se desvanece. Hacer turismo es como ver un documental en tres dimensiones. El viajante es de otra estirpe. Tiene que comunicarse con el nativo, entender no sólo sus palabras si no su espíritu. Se juega mucho en ello si quiere cerrar un negocio. Por eso me gusta tanto Asia. Allí eres analfabeto y la llave de esa comunicación necesaria es la empatía. Tienes que dejar tus principios y costumbres a un lado y aprender de nuevo.
He seleccionado algunos poemas relacionados con el viaje. En muchos de mis poemas, independientemente del tema, el viaje está presente de forma directa o como imagen del fluir de la vida. Los he dividido en dos partes, en esta primera elegí los poemas relacionados con el viajero.

EL VIAJE
Dicen que los viajeros tienen ojos de arena,
y entre la gente fueron siempre extraños,
porque ninguna piel, ningún lugar,
les ofreció esperanza.
Dicen que cuando quedan detenidos,
sin ganas, sin dinero o sin salud,
se sientan en cualquier rincón de un sueño,
y mueren de tristeza.
Dicen que el viaje es una gran mezquita de oro,
de donde parten
los áridos senderos de uno mismo.

JET LAG
Salimos hacia a algún lugar lejano,
y es el tránsito el fin que no el destino,
bambalina que realza
las inmóviles horas.
En el útero cálido del cielo
la azafata regala sonrisas y licores,
mientras a nuestro paso
despiertan las estepas azuladas.
Mañana la ciudad, ahora recuérdame
lo que sé de sus calles,
para que deje atrás lo cotidiano,
y camine por ellas igual que antes hacía,
pues mi alma necesita
más tiempo que mi cuerpo,
para llegar y sentir que ha llegado.
Leí que al viajero siempre le precedía su alma,
y así le recibían las ciudades
de acuerdo con su rango,
porque el alma anunciaba a sus espías
a un peregrino, un príncipe, o un mercader.
Eso debió de ser en otras épocas,
ahora abandono el cuerpo en cualquier sillón de hotel,
y allí la espero,
porque ella llega tarde y tropezando,
con las noticias viejas
de mi llegada.

TRANSPARENTE
(Jet lag 2)
En este lugar fuera de mi tiempo,
a doce mil kilómetros de ti,
donde nadie conoce mis excusas,
he robado unas horas a los biógrafos.
Es lo mejor del viaje,
cuando llegas
y no estás todavía.
Me imagino balsero en alta mar
que no recuerda
ni cuándo ni por qué desanudaron las amarras.
Nadie espera mi vuelta, a nadie espero
y voy dejando a mi paso
un rastro imperceptible
mientras las bicicletas que recorren las calles
esquivan mi inseguro caminar
ignorándome.
Nadie se acerca,
todos sonríen como autómatas.
A nadie le preocupa que los cuervos
aniden en las cumbres de Metrópolis.
Es lo mejor del viaje,
cuando llegas
y terminas por creerte transparente.

EL RELOJ QUE EL MARINO ALÍ BEY ENCONTRÓ EN LA COSTA DE LOS PIRATAS, Y LOS ENSUEÑOS Y HORAS DESCONOCIDAS QUE PULEN SU ESFERA
Hoy ha llamado a la puerta el que dibuja un sueño, lo talla o lo funde, lo engarza y lo vende,
hoy ha venido el que elige el sueño en la cueva del decomiso, entre tantos otros en venta,
hoy me dijeron que vale tanto un verso como el vidrio y el cobre.
Sobre mi mesa hay pueblos de pescadores, que siguen mirando al desierto,
y hay cacatúas violáceas que comen agujas de reloj;
porque me han traído el ensueño y la hora desconocida,
y a los viajeros, sus largas historias, encantamientos y acrobacias.
Es una esfera fría en la mano y en los labios que sobre ella se apoyan.
Es imperfecta en su curvatura, donde le dieron un punto de apoyo,
para poder dejarla en la mesa, y mirarla y ponerse a soñar.
Es una esfera, y teje como las viejas, al descuido, extraños pensamientos.
¿Cuál debería ser su nombre, el de alguna famosa embaucadora, o cualquier otro,
pájaro sobre el vientre de las mujeres, acaso pájaro del mar?
¡Oh, qué belleza había en las manos del artífice cuando trabajaban !
Cómo las imagino engarzando ensueños y horas,
nombres que vienen sin ser llamados, campos de aguas aceitosas y azules,
nombres que vuelven, y un horizonte que no pierde su color al ser alcanzado.
Hay un objeto sobre mi mesa o una multitud de pescadores,
viejas que ya no tienen un cielo en su vientre donde volar,
sueños paseando desde las cosas a las fronteras.
Es una esfera fría que enseña cómo se fabrican las horas,
sin explicar por qué las agujas batallan,
el origen de su misterio.

AÑORANZA
pasó el avión
y la urraca volando
yo estaba en tierra