Dentro de la crisálida da tiempo para mirar hacia atrás
me sorprende la serie interminable de derrotas disfrazadas
de oropeles que fueron alimento de polillas
son heridas cerradas cicatrices que se sienten en días como éstos.
Pienso en enumerarlas y exponerlas desnudas al juicio que merecen
mas no vale el esfuerzo ni el rubor
cada uno tiene sus banderas blancas y el que no las tiene es muy joven.
Claro que me arrepiento no de todas pero hay una
todos los que han sufrido hacen sufrir
el resto son derrotas a las que volvería a abrir la puerta
porque fueron formadas de pequeñas victorias que se olvidan en el desastre final
y en una vida llena de derrotas esas pequeñas victorias no son cicatrices
bellos tatuajes que me reconfortan.
La crisálida es el mejor sitio para el cambio
solo queda esperar
si resulta lombriz o mariposa.