La amapola pequeña

La amapola pequeña de Concha Zardoya, leída por Mª Ángeles Herranz en 1967

No es la flor de la luna.
Es la flor de la sangre,
boca roja que grita:
«No es el fuego quien arde.»

Si en los trigos su herida
se abre y cierra en la tarde,
la amapola pequeña
dice siempre: «Soy sangre.»

Las hormigas horadan
allá dentro tu carne,
corazón que ya brota,
por la flor, a este valle.

Si alguien rompe tu tallo,
dulce pecho se abre.
Y es tu voz quien susurra:
«La amapola es mi sangre.»

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