ha llegado el otoño
salí de casa a cuerpo esta mañana
y tuve que volver para ponerme el plumas
hacía un viento frío y familiar
anunciaba el final de otro verano
crucé la puerta del parque o un túnel
a un mundo que se llama La Herrería
suelo sentarme un rato
en un banco escondido entre los tilos
allí la luz se filtra
en un caleidoscopio de hojas
un buen lugar para pensar o no
y escuchar a los tilos parlotear con el viento
ellos ya lo sabían
la noche amarilleó algunas hojas
o fue el viento primero que el nuevo otoño enviaba
hay un bosque de robles más allá de los tilos
lo atraviesa una senda
en la que olvidas que estás en un parque
allí domina el jabalí en la noche
y en cuánto alumbra el sol es auditorio
de pinzones currucas y oropéndolas
todo cambia y parece que cada vez que cruzo
la puerta de este parque
entro en un mundo nuevo
donde las estaciones son la escena
y hay actores que cuentan una historia
como el fresno podado
mi comunista
un puño firme que se alza de la tierra en invierno
y se transforma en Jimmy Hendrix cuando le crecen los vástagos
hay otro banco en un lugar perfecto
para un retrato al óleo
entre dos fresnos en una colina apartada del camino
sobre el valle que forman las Machotas
y los cerros que llevan hasta Abantos
volviendo se camina por un largo paseo
flanqueado de altos plátanos de fresnos y algunos olmos y arces
y a su término espera una familia de secuoyas
que como las campanas del templo de Heian
me recuerdan la temporalidad de todas las cosas
y así son mis días
testigos de mis pasos
público de mis versos
Por un momento me he teletransportado y he creído estar ahí. Gracias, Rafa.
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