ODA AL OJO CICLÓPEO

Yo fui hombre muy tarde

durante

sesenta años

fui un niño temeroso

y el miedo

me encerró en su cueva.

Mi piel era

la roca infranqueable

y la única ventana

era un ojo

ciclópeo

en el que cabía el mundo,

una estrella y Orión

que con su cinto

y su arco no olvidaba

visitarme en otoño.

El otro ojo era ciego

a la luz de mi estrella,

su alimento era oscuro,

lo encontraba

en esa oscura cueva.

No sé cómo explicarlo,

pero aquella

geoda

de cristales opacos,

por la flecha de Orión

o porque más que geoda

era un huevo,

se abrió

como alas o pétalos.

Ahora ese ojo ciclópeo

es nube

es viento

y el otro, el que era ciego,

lo guardo

con Pandora en su caja

hasta encontrar la sima

donde pueda dormir

un sueño eterno.

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