El arpón

Difícilmente logro no mirarte

cuando pasas desnuda

a mi lado y repito:

“es un fantasma, un súcubo”.

Cuando amarré mi barco

a tu muelle, pensé

que era puerto seguro.

Y era ballena blanca,

incansable,

que, ciega, me arrastró sobre las olas

como el cabo cortado de un arpón.

Me soltaré algún día,

no es más que abrir las manos

y dejarse llevar, mientras tu estela

se aleja

buscando el horizonte.

Hace tiempo aprendí que la intuición

es más que una sospecha,

es el mismo recuerdo del futuro.

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