Truco sin trato

Me he pasado la vida amándola y, al tiempo,
pensando que me habían dado el timo.
Me habían engañado sin esconder las manos,
sin distraerme con una voz hipnótica
sin sutilezas.
Colocando a la muerte en el paisaje
como cualquier accidente orográfico,
un abuelo que muere y ya no está
¿A dónde fue el abuelo mamá? Al cielo
¿Y dónde?
sabía que en el cielo había estrellas y galaxias
y un vacío inmedible,
cualquiera sabe el cielo que pensaba mi madre.
Me habían engañado
sin sutilezas, con una verdad
rotunda, cierta, un pilar de granito
que prefería fuera un trampantojo
y no lo único real en todo el escenario.

Viví aparentando desgana
porque la vida es frágil, es cristal de Bohemia
que rompe cualquier loco desalmado,
cualquier enfermedad o la vejez,
ese invento genético que convence a los vivos
de que es mejor morir que ir envejeciendo.
Pero en amores no hay certezas, solo amor,
y la vida consiguió el mío.
La vida me ponía,
me dejaba llevar por su avalancha sin resistirme,
un trozo más de nieve helada dando tumbos.
Da igual, porque la vida es tan suya
que quisieras que a cada tumbo se detuviera
y nunca lo hace.
Permanece el recuerdo que se apaga
con los murmullos de otros nuevos.
Un día volverá inesperadamente,
al agacharte a recoger lo caído,
estará en la colilla del tabaco que fumabas entonces.
Son pistas, con frecuencia se nos pasan,
y casi siempre son del mismo caso.

En su anarquía la vida es un hilo resistente,
aunque veamos puntadas aleatorias,
el hilo tiene principio y final
y resistió en su recorrido
tirones, torceduras,
nudos gordianos, sin romperse.
Solo con extenderlo se desvela
la causalidad de cada puntada.
Pude dar otras, pero fueron esas que di,
pude tomar caminos diferentes
a otros lugares
todos hubieran tenido sentido
pero solo lo va teniendo el mío a medida que lo recorro.

Nada está escrito, y si lo está es pasado.
Lo que se va escribiendo depende de la técnica,
unos cuidan sus actos, sus dichos, su pensar,
para llegar al lugar que deseaban,
otros sueltan amarras y se dejan arrastrar por el viento.
Cada cual su derrota, con el ojo avizor y la mano en el cuchillo,
viajar confiado, si no acorta el viaje, lleva al desengaño
a culpar a la vida de nuestra mala suerte
que ya está echada.
Los golpes se reciben, se analizan y se dejan sanar.
En segundo o, mejor, en tercer plano,
el dolor es anuncio en los megáfonos, notificación,
y, si no compromete los cimientos,
en el edificio se sigue trabajando.

Yo quiero continuar
mientras pueda gozar de mis sentidos.

Estar solo

Me mentiría descaradamente

si dijera que siento amargura por mi soledad,

que fue algo inesperado,

que nunca imaginé que llegaría.

Porque lo que soy es inexplicable

sin una inquebrantable decisión de encontrarla

y, ahora, que al fin estamos juntos, siento melancolía.

Sí, de la intensa pasión de un buen polvo

y de sus consecuencias imprevistas,

de vivir Casablanca y escuchar el piano de Sam

imaginando ser ellos, su mano en mi mano,

alegrías que no sopesan

lo pesado de una ruptura,

el desengaño,

el intenso dolor del desengaño,

la pérdida que al menos da término al dolor,

dolor,

dolor.

Ahora todo el dolor es sinsentido

nada puedo perder pues de nadie dependo

nadie me desengaña porque a nadie he engañado

solo estoy yo

que ya sobrepasé la edad del vértigo

cuando el futuro no ofrece esperanza

y, sin embargo, estoy feliz,

con el tiempo agotándose en silencio,

más intensas me suenan las campanas de mi aldea.

Hago planes a largo plazo, tres, a lo sumo, cuatro semanas,

procuro dar sentido al sueño, al despertar.

Me acompañan la música, las nubes que crecen en el bosque,

las estrellas y el río que murmura cuando la noche está más callada.

Estoy en un castillo, una isla virgen, deshabitada y defendida por los bajíos

de náufragos y de piratas.

Protegido en un campo de fuerza solitaria

contra malvadas alienígenas.

Y aquí florezco al ritmo del jardín

y converso conmigo mismo,

me recuerdo,

me convenzo de que no estuvo mal,

de que he vivido sin perder el tiempo

y concluyo,

concluyo que merezco estar tranquilo

porque muy pronto tendré que mover

pieza en esta partida

que se me hace tan corta.

el rostro

cuál será el rostro de mi biografía

uno que para siempre

irá unido a mi nombre

como el de aquella niña abrasada por el napalm

el del sabio arrugado con melena asustada

el del hombre y su puro

el del bigote a cepillo del tirano

o el de un dios coronado con espinas

todos ellos tuvieron otros rostros

más amables más jóvenes o en llanto

y uno de ellos

sería el que tenían de sí mismos

cuál será el de mi nombre

yo elegiría el de hoy

algo ajado y despierto

lavado con el barro tallado con la luz

viejo indudablemente pero aún no derrotado

Porque en los sueños no hay tiempo ni espacio

estoy muerto
todos estamos muertos

y qué más da

universo infinito
tiempo infinito
y nosotros suspiros


y qué más da


yo reto al infinito
una muerte pequeña
por su muerte infinita
aunque esta vez escondo
mis sueños en la manga
son cartas son enigmas
me dan la libertad

eta carinae

A María Alcocer que con una palabra crea nebulosas.

Eta Carinae: nombre de una estrella y de la nebulosa en la que se encuentra, Está localizada en la constelación de la Quilla (Carina).

el cuarto mono

a mercedes pérez castells

entiendo que no quieras hablar ver ni oír

como los monos de madera

a los que quito el polvo algunas veces

los vi hace años en nikko

salían de la bruma aquella tarde

yo no sabía entonces que había monos en esas montañas

creí que eran diablos

y eran amigos

de los dioses que pueblan las islas japonesas

lo comprendí en un templo

allí estaban tallados en madera

con rostros encendidos

tapándose los ojos los oídos y la boca

pero había uno más

que con sus manos se cubría el sexo

no quieres ver ni oír ni hablar

porque intuyes que vienen

tiempos oscuros

carpe diem o qué otra podrías hacer

y ese otro mono el cuarto nada entiende

el condenado

sólo quiere rasguear vibrantes cuerdas

y desterrar la noche

del corazón