El diccionario

                            “Me. We” Muhammad Ali

Azótame hasta que recuerde mi nombre,

no aquel que mis padres al azar eligieron

ni el que mi rango en mis tarjetas .

Azótame hasta que recuerde ese nombre

que uso en el sueño y se pierde en la mañana,

nombre desnudo de familias y títulos

nombre que es único y que olvidamos por miedo.

Es una palabra que a cada uno define,

palabra muda que adquiere su sentido

con otra, suelta es silencio y junto a ellas

es pensamiento, canción, saludo, verso.

Azótame hasta que comprenda que existo

porque soy palabra imprescindible, adverbio

quizás una simple conjunción necesaria.

El anillo

a Jesús Urceloy

recuerdo el tintineo del anillo
mientras mi madre agita
el vial de la inyección entre sus manos
y el olor a Eau Sauvage de aquel beso
así son mis recuerdos un olor
un sonido que evocan una imagen
borrosa una película velada

recuerdo tu rebeca de croché
guiándome por las calles de Kioto
y el sabor a agave del mezcal
con que nos dimos ánimos
para mirar al sol en su pirámide
aunque quizá el recuerdo es más nítido
si viene de la piel como si el vello del viento
pudiera grabar sobre ella detalles
que los otros sentidos no perciben
porque no son del mundo de la física

El dragón hambriento

la noche nos iguala a los animales diurnos

es el tiempo del sueño pero también del pánico

antílopes gorilas cabras perros nosotros

buscamos en el sueño escondernos del dragón

que se despierta hambriento y busca carne insomne

no es bueno dormir solo y si a nadie tienes cerca

abrázate a tu perro o bájate a los establos

y duerme entre los potros porque el dragón hambriento

creerá que alguno de esos sueños te pertenecen

que eres el potro blanco que trota tras el sol

Tiempo de andar

hoy odio menos mi odio

se quedó congelado

en medio del solitario camino

que frente a mí se ofrece

un único camino

caminarlo o quedarse

es la oferta no hay otra

elegir un destino o el abandono

pero es tiempo de andar

por lo oscuro por dentro

de inventar laberintos y perderse

buscando en sus rincones

armisticios o aojos que me libren

del odio del amor y aún más del miedo

pero también de orgullo o compasión

por inflamados éxtasis

o emoción lacerante

es tiempo de apagar esa brasa hibernarla

solo es un mal recuerdo que no quiere perderse

Conflicto identitario

cuántos días hablando escuchándome solo
tan solo que me siento dos
la palabra condensa al pensamiento
y entonces es moneda que se cambia
la palabra no tiene sentido si no hay otro
y son ya muchos días que tengo la cabeza
repleta de palabras
que dirijo al vacío y el vacío
me responde con otro torrente de palabras

una conversación sin duda
si no a qué viene tanto estruendo
y por eso me siento dos o una multitud
a la que arengo desde el lóbulo temporal
que bien podría ser crisol de las palabras

inspiro expiro siento el fluir del aire
y logro brevemente acallar el tumulto
entonces intuyo a otro
lo conozco hace tiempo
en esos días fuimos muy cercanos
y aunque no sé su nombre
es un ser de silencio
presiento que es el tipo que paga la verbena
y espera que los ebrios incansables
las parejas ardientes y sus niños y el poeta
se esfumen
para sentirse intacto protegido
de tanto parloteo y tanta cháchara

Inmutable

cuando escribo me siento como aquel que reclama

ante la corte no espero respuesta

ni siquiera conozco dónde está

el palacio o castillo

solo quiero dejar constancia de mi disgusto

son hojas otoñales y el viento las dispersa

quizá alguna se pudra en terreno húmedo

no encuentro la razón de por qué lo hago

puede ser timidez

a expresarlo y que tiemblen las palabras

o la soberbia

de creer que lo que pienso es inmutable

y que a nadie reclamo

solo estoy escribiéndome a mí mismo